16. Freud

La teoría del psicoanálisis de Sigmund Freud (1856-1939) ha sido otro gran hito cultural de nuestra historia reciente. Con el psicoanálisis, Freud se propuso, por un lado, describir cómo funciona la mente humana. Y, en su aplicación práctica, tratar las enfermedades psíquicas y nerviosas de manera eficaz.

El hallazgo de Freud fue ver que el subconsciente dirige gran parte de nuestros actos. En la persona humana se da una tensión entre los instintos y las normas sociales que marca el mundo. Para desenmascarar los traumas pasados, que impiden la buena salud psíquica del paciente, Freud propone emprender una “arqueología mental” que descubra las vivencias traumáticas, de esta manera se podrá tratar y curar al paciente.

En el ser humano se encuentran tres niveles: el ello —los instintos—, el yo —el control personal— y el super-yo —la integración cultural en el medio. El conflicto entre el nivel instintivo y el super-yo genera la neurosis, causada por una represión excesiva del subconsciente, los instintos, deseos y pulsiones del individuo.

En cierto modo, la persona es como un iceberg, donde la punta visible es el consciente, y la masa de hielo sumergida forma el subconsciente. Los traumas y represiones sumergidos afloran en forma de reacciones erróneas, lapsus, tartamudeo. O bien en forma de racionalizaciones o proyecciones —transferencias, sublimaciones.

La curación se puede conseguir mediante la técnica de “asociaciones libres” de ideas, que vayan sacando a la luz los nudos escondidos del subconsciente.

Los sueños pueden ayudar en este proceso. En ellos hay un contenido aparente, que puede estar modelado por las experiencias más inmediatas, del día anterior, y un contenido latente, cuyo origen es oculto y viene de muy atrás, incluso de la primera infancia. Del contenido latente al aparente hay una codificación, una elaboración del sueño. El trabajo a realizar será desenmascarar o decodificar el sueño.

La inspiración, para Freud, surge del subconsciente, latente en la consciencia. La creatividad es un estado de equilibrio entre la imaginación y la razón. La razón selecciona y censura algunos de los frutos —mutaciones— de la imaginación. Esta crea, pero la razón compone. “Hay que soltar a las ovejas antes de llevarlas a los pastos”.

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