Su talante introspectivo lo lleva a ahondar en la subjetividad. Afirma que
Lo esencial es la existencia de cada cual, no el cómo ni el por qué. Y en esto, es precursor de los existencialistas. El ser humano se relaciona con su propia existencia cuando actúa y decide. Lo que podemos saber con la razón no es esencial. Lo que realmente importa es lo que se cree y se vive con fervor y pasión.
Kierkegaard vivió una atormentada fe religiosa: «¡Es terrible caer en las manos del Dios vivo!». Y también afirmó: «cuando el hombre rompe su relación con el Ser Supremo se des-centra y entra en estado de desesperación». Su búsqueda de autenticidad lo llevó a criticar la hipocresía de
Distinguió tres fases en la vida de la persona: una estética, regida por el placer; otra ética, guiada por los principios morales, y otra religiosa, marcada por una fe profunda.
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