6. El hombre es el centro: el Renacimiento

Entre los siglos XIV y XV Europa experimenta un movimiento de gran vitalidad y complejidad, que ha sido llamado Renacimiento.

El Renacimiento no se produjo de golpe, ni tampoco fue exactamente una ruptura con el pasado, sino la consecuencia de unas tendencias y movimientos que se habían ido forjando en los siglos precedentes. Se puede decir que el Renacimiento fue un estallido que se gestó durante toda la Edad Media.

A grandes rasgos, podemos definir el Renacimiento como la época en que:

—se vuelve con pasión a las raíces grecolatinas de la cultura europea
—la imprenta expande y populariza las ideas y el saber como nunca antes había sido posible
—se produce un auge científico; los descubrimientos, inventos e investigaciones se multiplican
—la fe se desplaza de Dios al ser humano: el hombre es divino
—se acentúa el individualismo frente al sentido comunitario medieval
—el vitalismo —Carpe diem— se difunde como filosofía de vida
—surge con fuerza una vena panteísta: el hombre es uno con la creación

Desde el punto de vista histórico, es la época de las grandes exploraciones y viajes marítimos alrededor del mundo, que han sido posibles gracias a los avances científicos, y que los espolean, a su vez.

Cae Bizancio y el Imperio Turco ocupa buena parte del oriente Europeo. Toda la cultura clásica atesorada allí se esparce y muchos intelectuales se refugian en occidente, difundiendo obras cumbre del saber antiguo.

Lutero difunde sus tesis y se produce la ruptura de la Iglesia, con la Reforma protestante. La reacción de la Iglesia católica será la Contrarreforma.

El Renacimiento es una época de brillantez artística y cultural, pero también es escenario de guerras sangrientas que asolan Europa.

Los Países Bajos consolidan el capitalismo y la banca como nuevo sistema de poder.

Algunos pensadores que representan la filosofía renacentista son los siguientes.

Giordano Bruno, panteísta, que aseguraba que el mundo es una prolongación de Dios.
Galileo Galilei, impulsor del método científico. “Mide lo que se pueda medir, y lo que no… hazlo medible”. Entre muchos inventos y descubrimientos, le debemos la ley de la inercia de los cuerpos.
Francis Bacon, abanderado de la ciencia empírica, sin prejuicios. “Saber es poder”.
Leonardo da Vinci, artista y científico polifacético y genial, es un buen representante del pensamiento y la mentalidad del Renacimiento: el hombre ávido de saber y experimentar, ningún campo de las ciencias y las artes le es ajeno.
Copérnico y su teoría heliocéntrica sobre las órbitas celestes.
Kepler modificó las teorías copernicanas y descubrió que las órbitas de los astros eran elípticas.
Estos, y muchos otros, prepararon el camino para Newton y su ley de la gravitación universal.
A raíz de la reforma surgen también pensadores que promueven un humanismo cristiano:
Lutero, protestante, que sostiene que la relación entre Dios y el hombre ha de ser individual y privada
Erasmo, católico y humanista, defensor de la libertad de conciencia

Resumiendo mucho, del teocentrismo medieval pasamos al antropocentrismo renacentista. Fe y razón inician caminos separados y la ciencia comienza a ganar terreno y autoridad frente a la religión.

El ordenado universo medieval, completo, cerrado y jerárquico, con el hombre situado en el centro de la Creación, se resquebraja. El hombre renacentista verá ante sí un universo mucho más amplio y móvil, donde él ya no es el centro físico, pero sí su centro intelectual, porque la razón le permitirá dominar la naturaleza. El conocimiento ya no vendrá de la contemplación ni de la revelación, sino mediante el uso de su razón y la experimentación.

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