8. El empirismo

Frente al racionalismo, que prima la razón como medio de conocimiento, el progreso de las ciencias aupa otra forma de pensar: el empirismo o conocimiento por la experiencia práctica.

Locke sostiene que las ideas provienen de los sentidos. Distingue entre dos tipos de ideas: las simples y las de reflexión. Así mismo, en las cosas se dan dos tipos de cualidades: las primarias, que son evidentes y universales, y las secundarias, que son las percibidas por los sentidos de cada cual. Locke creía en un derecho natural, como los racionalistas, y pensaba que creer en Dios es inherente al ser humano. Fue un gran defensor de la igualdad de sexos, el liberalismo y la división de poderes, principios básicos de los modernos estados democráticos.

Hume afirma que la percepción —desde los sentidos— crea conceptos. El conocimiento se produce así: la realidad produce una sensación, que es interiorizada como impresión por el hombre y a partir de ella se extrae una idea. Como Locke, distinguió dos tipos de ideas: simples y compuestas. Pero, a diferencia de él, era agnóstico. La fe, según Hume, no se puede razonar. La ley natural es, en realidad, una creación de la mente humana, producida por el hábito. Y no es la razón, sino los sentimientos, los que determinan lo que hacemos.

Berkeley fue aún más allá en esta primacía de la percepción subjetiva sobre la razón. Lo único seguro que existe, afirmó, es el hecho que percibimos: querer y pensar. El espíritu de cada persona crea ideas y percepciones. Pero hay otro espíritu exterior que causa el mundo material: Dios. Todo cuanto vemos y sentimos reposa en Dios. Berkeley llega a dudar de la realidad material y de conceptos como el tiempo y el espacio, meras sombras de una realidad superior y espiritual. El mundo es el lenguaje en que Dios habla al espíritu humano.

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